Coincido con un viejo conocido, sindicalista de los de antes. Jamás ha blasonado ni presumido de haber estado en la cárcel por defender los intereses de los trabajadores. Estuvo. No ha pedido una recompensa por el tiempo pasado y todo lo sufrido a quienes llegaron a las instituciones democráticas gracias a las movilizaciones, gracias a aquellos sindicatos ilegales, combativos por la dignidad del trabajador y la democracia para España. Es un jubilado absoluto. Pasea, lee, tiene nietos que adora. Y sigue alerta. Me dice que tiene miedo. Su miedo se me antoja mucho miedo. No es por la salud, no es por que alguien lo amenace. Es por España. Para resumir. Me lo ha dicho con tal convicción que me ha conmovido. Yo le guardo respeto de cuando entonces. En aquellas huelgas de los años 60 y 70, cuando los trabajadores se la jugaban de verdad, los dirigentes se la jugaban más. Como mi viejo conocido que ahora tiene miedo. Del país. De lo que está pasando en el país. No sé cuánta más gente tiene miedo, miedo de verdad, pero todos deberían saber que uno solo que tenga miedo representa el fracaso de una reconciliación, de una historia política que nos dijeron había que superar y que había sido superada. Hasta Rodríguez Zapatero.Me importa más el miedo de mi viejo conocido sindicalista que su teoría del miedo que siente. En la izquierda española se está destilando la trufada teoría de que la derecha extrema se apodera del Partido Popular como si de una masonería secretísima se tratara y, qué sorpresa, a quienes les llega el miedo en primera instancia es a la propia izquierda clásica que representa mi sindicalista jubilado. En los procesos psicológicos complejos, como es el caso del miedo, que viene a representar un espacio sin suelo, un enemigo invisible que nos acecha, cabe la posibilidad de que alguien lo active en búsqueda de objetivos concretos. ¿Es el miedo de este viejo conocido resultado de un percutor activado en un laboratorio electoral de la izquierda para que acuda a la urna y no ejerza la crítica al poder? Una bandera con el águila preconstitucional es un espantajo que produce miedo, la bandera tricolor que emerge y tremola en una manifestación de la izquierda, ¿qué produce? Los símbolos atemorizan, a lo que parece. Pero el símbolo amenazador de verdad es el cierre patronal de Delphi, la amenaza sobre Construcciones Aeronáuticas, la llamada “deslocalización”, aunque claro, eso es política, no sabría cómo decirlo, resultado de algunas políticas.
sábado, 10 de marzo de 2007
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