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Aquel día en la Venta de Vargas en que los artistas pidieron para Camarón la LLave de Oro del Cante a título póstumo, estuve sentado al lado de Manuela Carrasco, La Diosa, y Pepa Caro, mi amiga poeta de Arcos. Manuela fue madrina de boda de Camarón y es una de las bailaoras que están en la Historia con mayúsculas del Flamenco. Una mujer guapísima, una gitana cabal, extraordinaria.
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